jueves, 4 de junio de 2015

EL VUELO DEL PENTAGRAMA

Las notas del Nocturno Nº 20 de Chopin, llegaron a sus oídos, lentas, suaves, sin previo aviso. La anciana miraba el paisaje desde la ventana y  sintió un encogimiento en el corazón,  la música se filtró por cada poro, conmocionando cada rincón de su ser. Lágrimas de emoción brotaron de los cansados ojos,  gravados de vida, nostalgia y cansancio. Entornó los finos párpados y suspiró, pensando que tal vez, ese podría ser un día para vivir en otro lugar, en otro instante, en un espacio limpio, amable, lleno de magia, sensibilidad, dulzura. Abrió los ojos, agitada por la emoción de percibir alguna transformación, pero el paisaje no había cambiado, sólo las lágrimas velaban su luz. Se sintió flotar, elevada por una fuerza superior, hecha de hebras de azúcar, vapores de sueños, luces de risa. De repente saltó la idea, como una chispa traviesa que la hizo reír y sus doloridas piernas, gravadas por el paso de tantos años, se elevaron con sorprendente agilidad y saltó, sintiendo que los pentagramas ondeaban bajo su cuerpo, llevándola lejos, muy lejos, donde ella deseaba ir. Su corazón se encogió al sentir la altura, pero la anciana ya no tenía miedo, sólo deseaba habitar el lugar del que parten las verdades, la esencia de lo importante, hadas, duendes, seres de amor y generosidad. La música envolviéndola, esponjando sus cabellos, acariciando su piel sedienta de cariño, alcanzando su corazón herido, porque los suyos la habían olvidado, hacía ya mucho tiempo, entre las paredes de aquel retiro no escogido. Poco a poco, se fue evaporando la pena por las palabras no oídas, por los besos no recibidos, por la ausencia de caricias, dolientes de tanto esperarlas. Ya nada importaba, abandonaba aquel lugar hecho de cemento y frío hierro, hecho de hielo y ausencias, para sumergirse en su soñado paraíso perdido, donde la música velaría su sueño, donde ya nunca se sentiría olvidada por el mundo al que un día perteneció.

                                                       
Fotografía: Cristina Tironi Maté
                                                                                      
           
                                                                                                    Cristina Tironi Maté