domingo, 30 de junio de 2019

EL TRONO DE LA SABIDURÍA

Junio

Peinaba sus trenzas cuando sintió el repentino cambio en la atmósfera, una presencia poderosa que partía, un mensaje que debía entender. Quedó muy quieta para absorber los elementos, hasta que percibió la brisa que llegaba del jardín. Se descalzó antes de caminar con suavidad, con los brazos a lo largo del cuerpo y las manos abiertas hacia el frente. Cuando sintió la hierba bajo sus pies, cerró los ojos y esperó. El aire se detuvo, pero una caricia recorrió desde los hombros hasta las yemas de los dedos, donde la electricidad fue difícil de soportar. Abrió los ojos y los fijó en la mecedora que oscilaba junto al contenedor.

La arrastró hasta el jardín, a la sombra del sauce y la miró con el espíritu sereno. La mecedora inició un leve balanceo, ella aceptó la sutil invitación: le dio la espalda y con la suavidad con la que habría acariciado una flor, se sentó. La ligereza de su cuerpo fue inmediata, una energía dulce, intensa y poderosa entró desde los omóplatos, inundó los pulmones, el corazón y desde ahí se extendió por todo su ser. Atendió al suave murmullo, fuente de sabiduría llegada de almas generosas que habían emprendido el vuelo. 
No rechazó la gran responsabilidad, quedaría ella para transmitirle al mundo la urgencia de un cambio de conciencia si querían salvarse. A ello dedicaría hasta su último aliento y cuando los profundos surcos de su rostro se asemejaran a los de la tierra, buscaría otra alma pura para cederle el gran trono de la sabiduría. 

                                                                                Dedicado a:   Greta Thunberg