domingo, 26 de mayo de 2019

HUEVOS ROTOS

Mayo 


La mujer entra en la recepción del Hospital, lleva la tarjeta en la mano, la pasa por la máquina lectora. Puerta G. Piensa que debe ser una broma, pero busca por orden alfabético, hasta entrar en la zona que indica: “Peligro, posible radiación”. Es un pasillo con puertas bautizadas por letras. Avanza hasta encontrar la suya, cinco sillas blancas la enfrentan, no hay nadie. Sobre la puerta aparece iluminada una combinación de letras y números. Debe esperar.
No tarda en salir una mujer de su misma edad, pero más voluminosa. ¿Le habrá dolido?
No le pregunta.
Las combinación de números y letras cambia, es su turno. Entra en una pequeña antesala sin ventilación, huele a humanidad. Una silla en una esquina, una percha, un espejo en el que desestima mirarse. 
Una voz masculina la llama por su nombre. Entra en la sala contigua. Hay un hombre joven, vestido con pantalón y bata verde; no levanta la vista de la pantalla para anunciarle que va a hacerle algunas preguntas. Rápido y aséptico, él pregunta, ella responde. A su lado, la temida prensa espera silenciosa.
Tras el interrogatorio, recibe la fría indicación de desnudarse de cintura para arriba. Obedece, aquella es una citación oficial. Es por tu bien.
La mujer se coloca delante de la prensa. Él, con las manos enfundadas en guantes de goma, coge uno de sus pechos, lo coloca sobre la plataforma,  presiona a la mujer hacia delante. Le pide que ladee la cabeza, las manos al lado del cuerpo. No se separe. Ella no se separa. Él hace descender la parte superior de la prensa. La mujer siente un intenso dolor. Se queja.
El joven habla con voz mecánica.
−Pues no he empezado a apretar.
Él se sienta frente a una pantalla, la prensa aprieta, milímetro a milímetro. La mujer siente las fibras de la piel, la carne, toda la materia de su pequeño pecho. Piensa que se está rompiendo algo, desde la raíz. Los segundos son eternos. Luego la prensa libera el pecho y ella se cubre con los brazos. Él se levanta para manipular la máquina, también a ella. Con su mano enguantada coge el otro pecho, como trozo de carne sin vida; vuelve a empujarla contra la superficie, que los pies rectos, que ladee la cabeza, que no haga fuerza. 
La mujer no puede resistir un nuevo lamento cuando siente que la prensa vuelve a  oprimir. Sabe que cuando él se oculte tras la pantalla, la presión será insoportable. Así es. Los nervios hacen que sude, está enfadada.  Se le escapa una palabrota. Él joven vestido de verde no se inmuta. Ella piensa que si la ciencia puede fotografiar la superficie de Marte, seguro que podría encontrar una prueba menos violenta y agresiva. Las mujeres lo aguantamos todo. 
Él vuelve a levantarse para ladear el cabezal de la prensa y oprimir ahora de forma vertical, un pecho, ahora el otro. La mujer se concentra en aguantar las lágrimas por el fuerte dolor y no puede evitar preguntarse si no habrían buscado otro sistema si las partes apresadas, estrujadas y irradiadas, fuesen un par de testículos. Hombres en fila prensando sus partes nobles.
No se lo pregunta a él, seguramente no tiene en su sangre más que sistemas científicos, sin un ápice de humanidad.
Aquella noche, con el pecho dolorido, sueña que viste una bata verde y que maneja con frialdad una prensa para huevos; que las cáscaras se rompen y la clara y la yema resbala por la superficie, hasta el suelo, donde se forma una masa viscosa, amarilla y transparente.

#EllaMeInspira
           #SheInspiresMe
         #SomDones

          

5 comentarios:

  1. Real cómo la vida misma...buena pregunta...cómo sería la máquina de hacer testilugrafía?
    Gracias por tu generosidad Cris

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    1. No sé como sería esa máquina, la verdad es que no se la deseo a los hombres, en todo caso, debería ser manejada por personal cualificado técnica y humanamente. ¡Gracias a ti por leerme y dejar tus impresiones! Un beso

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  2. Lo peor de todo no debe ser la incertidumbre por el resultado del análisis, ni los varios dolores de la prensa, sino el desprecio por el otro manifestado por el energúmeno de la bata verde. Y por favor... no sigan con eso de la máquina para análisis de criadillas.

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    1. La máquina es terrible, pero que la situación sea humillante lo provoca el elemento de la bata verde,¿tendría un mal día?
      No sufras, no seguiré con el tema criadillas... mientras no lo propongan las musas.
      Gracias por tu tiempo, Miguel

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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