domingo, 28 de octubre de 2018

RITMOS

2º Domingo


Estaba allí, atenta, a disposición de quién quisiera usarla. A veces lo hacían con delicadeza, incluso con alegría; les oía cantar y explicar historias, eso era agradable. Pero nadie controlaba su exceso de trabajo, los golpes, la suciedad, las largas horas deslizándose. Tenía paciencia,  se movía con suavidad, como le habían indicado, para no dañar a nadie y depositarlos al final del recorrido en perfecto estado.
           Pero aquel día algo grande debía ocurrir en las inmediaciones. Eran muchos, tantos que apenas podía con ellos, que parecían muy excitados y saltaban, corrían, gritaban. Los escalones crujieron, la baranda tembló. Estaba tan agotada y hambrienta, que planeó acelerar un poco su ritmo de trabajo para acabar antes la jornada. 
       Enseguida notó que aquello se le había ido de las manos, su impaciencia había encabritado el engranaje y cuando trató de frenar, ya no pudo. Las personas que llenaban la escalera, sorprendidas por el súbito acelerón, perdieron el equilibrio, salieron despedidas, chocaron entre ellas y al final, un pie se enganchó.
             Lo encontró tan exquisito, que a partir de aquel día no pudo pensar en nada más.

domingo, 21 de octubre de 2018

COME DEDOS

1er Domingo


     Josito estaba fascinado por la planta, tanto que no le quitaba ojo. Come dedos, le había dicho su madre al ver que le acercaba el dedo meñique. Se había asustado mucho, pero luego se había acercado un poco más. Sí que tenía unos hilillos como dientes afilados. Fue en aquel momento que sonó el timbre y oyó aquella voz alta y aguda como un pito, era la vecina sabelotodo, la que siempre le apretaba las mejillas para decirle que, eres un bicho guapetón
     Se le iluminaron los ojos y se le escapó una malévola sonrisa.
    Cuando la vecina salió a la terraza, Josito había puesto una cómoda tumbona junto a la planta. Ella, muy satisfecha, aceptó su invitación y se sentó. Josito quedó muy quieto esperando que pasara algo, pero su madre lo llamó. Corrió a ver qué quería pensando que no estaba nada bien interrumpir sus experimentos científicos. Al regresar a la terraza, quedó paralizado por la sorpresa: la vecina no estaba. Miró de reojo hacia las hojas y le pareció que se movían un poco; oyó una suave fricción y justo cuando acercaba su nariz a la planta come dedos, un eructo dio por terminado el menú del día. 



TARDES DE DOMINGO

No sé muy bien por qué, pero para mucha gente, el domingo es un día extraño, aburrido, como de grandes esperanzas diluidas en la fugacidad del tiempo. Parece ser que esta sensación se intensifica en el breve espacio de la tarde, con una apatía que empapa los sentidos, como una anestesia previa a la caída por el precipicio del lunes: la vuelta a la batalla.
Confieso que nunca he tenido ese sopor dominguero, no que yo recuerde y me da por pensar que quizás, mi imaginación me mantiene a salvo de esa carencia de emociones de los últimos coletazos del fin de semana,  ese espacio tan prometedor como fugaz. Tal vez las urgencias de la época que nos ha tocado vivir nos han arrancado completamente del universo de la inocencia, pero es importante mantener un poco al niño que llevamos dentro, para no morir exhaustos con las mentes grises y frías.
Os propongo un juego, cuentitos imaginativos para sonreír a las denostadas tardes de domingo, sin grandes pretensiones literarias, alimento para el niño que sobrevive en nuestro interior.
¿Os animáis?


domingo, 14 de octubre de 2018

SIN PRISA

El trabajo literario parece ser hoy un proceso público. Debes mostrar continuamente lo que estás haciendo para hacer saber que estás ahí, que existes como creador de ideas o mundos paralelos. Este nuevo concepto de escritor público, tiene un doble filo, porqué a no ser que seas un articulista o un cuentista, (reivindico el maravilloso sentido de esta palabra), ser un escritor con constante presencia en las redes, no tiene sentido. 
Cuando escribes una novela, es importante hacer una inmersión en ese cosmos que estás creando de la nada. Debes dar a tus personajes una identidad profunda y consistente; generar un entorno en el que vivirán, sea la época actual,  el pasado o el futuro; en un mundo real o imaginario. En sus relaciones experimentarán momentos inquietantes, esperanzadores, divertidos, convulsos... Debes vestirlos y comen, ríen, lloran, se enamoran, odian, enloquecen o se recuperan de terribles trances... Vivirán todo eso en  un universo que debes inventar o documentar; lugares a los que debes darles forma, una atmósfera, llenarlos de sonidos y olores. Tus personajes deben ser de carne y hueso en un mundo que debe parecer real. 
Todo este proceso, en el caso de una novela, más o menos larga, puede llevar años, no es relevante si son dos o siete. Lo importante será que después de ese período de inmersión en el laberinto de tu imaginación, el universo abstracto que vivía en tu mente, esté vivo también para el lector que decida entrar en él y que en ningún momento se sienta estafado.
Por eso estoy ausente, sin apenas presencia en las redes. Mis personajes me tienen secuestrada en su mundo y yo deseo seguir con ellos hasta el final.
El ritmo que impone la sociedad actual, es frenético, pero nosotros podemos decidir.  Yo no tengo prisa, sólo deseo no bajar mi nivel de exigencia para crear la mejor historia posible en este momento de aprendizaje.