domingo, 14 de octubre de 2018

SIN PRISA

El trabajo literario parece ser hoy un proceso público. Debes mostrar continuamente lo que estás haciendo para hacer saber que estás ahí, que existes como creador de ideas o mundos paralelos. Este nuevo concepto de escritor público, tiene un doble filo, porqué a no ser que seas un articulista o un cuentista, (reivindico el maravilloso sentido de esta palabra), ser un escritor con constante presencia en las redes, no tiene sentido. 
Cuando escribes una novela, es importante hacer una inmersión en ese cosmos que estás creando de la nada. Debes dar a tus personajes una identidad profunda y consistente; generar un entorno en el que vivirán, sea la época actual,  el pasado o el futuro; en un mundo real o imaginario. En sus relaciones experimentarán momentos inquietantes, esperanzadores, divertidos, convulsos... Debes vestirlos y comen, ríen, lloran, se enamoran, odian, enloquecen o se recuperan de terribles trances... Vivirán todo eso en  un universo que debes inventar o documentar; lugares a los que debes darles forma, una atmósfera, llenarlos de sonidos y olores. Tus personajes deben ser de carne y hueso en un mundo que debe parecer real. 
Todo este proceso, en el caso de una novela, más o menos larga, puede llevar años, no es relevante si son dos o siete. Lo importante será que después de ese período de inmersión en el laberinto de tu imaginación, el universo abstracto que vivía en tu mente, esté vivo también para el lector que decida entrar en él y que en ningún momento se sienta estafado.
Por eso estoy ausente, sin apenas presencia en las redes. Mis personajes me tienen secuestrada en su mundo y yo deseo seguir con ellos hasta el final.
El ritmo que impone la sociedad actual, es frenético, pero nosotros podemos decidir.  Yo no tengo prisa, sólo deseo no bajar mi nivel de exigencia para crear la mejor historia posible en este momento de aprendizaje.

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