domingo, 21 de octubre de 2018

TARDES DE DOMINGO

No sé muy bien por qué, pero para mucha gente, el domingo es un día extraño, aburrido, como de grandes esperanzas diluidas en la fugacidad del tiempo. Parece ser que esta sensación se intensifica en el breve espacio de la tarde, con una apatía que empapa los sentidos, como una anestesia previa a la caída por el precipicio del lunes: la vuelta a la batalla.
Confieso que nunca he tenido ese sopor dominguero, no que yo recuerde y me da por pensar que quizás, mi imaginación me mantiene a salvo de esa carencia de emociones de los últimos coletazos del fin de semana,  ese espacio tan prometedor como fugaz. Tal vez las urgencias de la época que nos ha tocado vivir nos han arrancado completamente del universo de la inocencia, pero es importante mantener un poco al niño que llevamos dentro, para no morir exhaustos con las mentes grises y frías.
Os propongo un juego, cuentitos imaginativos para sonreír a las denostadas tardes de domingo, sin grandes pretensiones literarias, alimento para el niño que sobrevive en nuestro interior.
¿Os animáis?


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