domingo, 18 de noviembre de 2018

GRIETAS

5º Domingo


Lo vio de repente, el cojín que toda su vida había decorado la cama, se estaba agrietando. Se quedó sorprendida. ¿Cuántos años habían pasado desde que lo compró en la Provenza? Toda una vida. Desde entonces había amoldado lecturas y acomodado sus sueños. Adelantó el dedo índice y descubrió que era el de una anciana. Parpadeó inquieta. Su vida pasó por su cabeza a una velocidad frenética: la juventud, los amores, los hijos, las preocupaciones, la soledad… El tembloroso dedo fue resiguiendo cada una de las grietas que resquebrajaban el cojín, se escapaba entre ellas la espuma del acolchado que lo adornaba y pensó que su vida también se iba. Entornó los ojos para concentrarse en el tacto. En una esquina, la fisura de la tela la invitó a entrar. Era todo tan suave y fácil allí adentro, que poco a poco, sin pensarlo, se dejó llevar por la agradable sensación, deslizándose hasta el centro de sus mejores años, llenos de inocencia, frescura y libertad. 
Sonrió satisfecha, aquel era un buen lugar para quedarse.

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