domingo, 2 de diciembre de 2018

HUMANIDAD

7º Domingo

Lo siento, hoy no hay cuentito, voy al funeral de la palabra "humanidad".
         El Sr. Presidente, se llena la boca de grandes conceptos, habla con voz pausada, seductora. Es elegante, apuesto, tiene mirada de buena persona, pero ha alcanzado el poder y ahí arriba hay un virus que parece ser muy contagioso, pocos se salvan de él. Los síntomas son claros: cambian de perspectiva, modifican una y otra vez el sentido de sus discursos, nos dan lecciones desde su púlpito, nos miran a nosotros, pobres súbditos, desde su poderoso pedestal de frío mármol. ¿Qué sabemos nosotros de las estrategias en los más altos niveles?
          El mismo que dio un paso al frente para acoger un frágil cargamento en el puerto de Valencia, abriendo los brazos, mirándonos a los ojos, amable, generoso, prometedor, olvidó que no era sólo eso, que debía ir más allá, que no se trataba de arrojar en los muelles aquel cargamento humano, que necesitarían una planificación, un trato digno, un acogimiento pausado durante el cual curar sus heridas, para darles después las herramientas necesarias, la primera, la dignidad. Hombres, mujeres y niños, buscando un lugar para vivir con seguridad, con un futuro por delante. 
Olvidan los dirigentes trabajar a largo plazo, sus horizontes son cortos, sus acciones quedan así, en meras campañas publicitarias. Olvidan que la seguridad, formación y felicidad de cada uno de los ciudadanos de un país, es un granito de arena más, para lograr la tranquilidad, alto nivel cultural y los deseables niveles de satisfacción de los pueblos.  El error de cálculo está justamente en el cortoplacismo, tapar agujeros, cubrir con cortinas, prometer a golpe de declaración y olvidarse de ello.
Pero hay gentes buenas, generosas de verdad, que se juegan el cuello al darle la mano al prójimo, en silencio, mirando al ser humano que tienen en frente, porque el instinto así se lo pide, porque no hacerlo sería insoportable. Agotados pescadores que sin púlpitos, micrófonos, ni ampulosas palabras, dan una inmensa lección de humanidad, que rescatan a nuestros hermanos de la tumba del mar; que les atienden con urgencia, seguros de que su país, España, activará la maquinaria de los momentos críticos y les abrirán los puertos, con los dispositivos de emergencias a punto, como marcan los mínimos de la ética y los niveles morales de un país que presume de generosidad.
El Sr. Presidente está ocupado en otros menesteres en estos momentos y ha colgado el cartel de “No Molestar”. Debemos ser comprensivos, tiene grandes responsabilidades, se reúne con los poderosos del Primer Mundo. Su misión es lograr buenos réditos, tender la mano a cada uno de esos importantes hombres y mujeres elegidos por el Olimpo de los más favorecidos. Tan solo las carteras llenas cuentan en estos momentos y con esa miopía que los caracteriza, no ven los restos pisoteados que ya ni se molestan en ocultar bajo las alfombras.
¿Y los pescadores? Vaya, no hay tiempo para esas menudencias ahora, seamos comprensivos. Al fin y al cabo, sólo se ciñen a la Ley del Mar, ¿no es así, Sr. Presidente? Pero entre los susurros de su aterciopelada voz, podemos oírle decir:
            –Su acción les honra, señores pescadores, ahora ya pueden arrojarlos a los tiburones.
            Suerte tendrán de esos ángeles del mar, Open Arms acudirá una vez más en su ayuda. Por ellos, no enterraremos la palabra HUMANIDAD, no podemos hacerlo cuando hay grandes héroes defendiéndola cada día. Sólo debemos, eso sí, ajustar aspectos de su contenido, no vayamos a incluir a los portavoces del lado oscuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario