miércoles, 13 de mayo de 2015

CRÍTICA LITERARIA (1)

¿MUNDOS FICTICIOS?
Cuando una novela respira verdad.

El FRUTO DEL BAOBAD
Maite Carranza
Espasa Libros

Ha sido un maratón de lectura, propiciado por la urgencia de acudir a la tertulia literaria  con Maite Carranza, con los deberes hechos. Tres días de lectura intensa, tres días respirando con pulmones ajenos, mirando con nuevos ojos, sintiendo con corazones lejanos, pero tan cercanos que han entrado en mí. Maite Carranza nos lleva de la pluma a un mundo desconocido pero real y cercano. Nos regala su talento, su compromiso y un trabajo delicado, mágico y profundamente humano, para hablarnos de un tema todavía tabú, la ablación femenina. Lo hace sin recrearse en aspectos morbosos, contraponiendo dos mundos sin enfrentarlos, sin discursos aleccionantes, con mirada generosa y certera. El personaje perteneciente a nuestra cultura, Lola, la nueva pediatra del CAP de los suburbios de Mataró, ha sido sin duda el que menos se ha instalado bajo mi piel. Sin embargo, Aminata, el personaje más mágico,  conmueve por el difícil papel que le ha tocado en la vida, hija de Rama, mujer rechazada por su pueblo, madre de cuatro hijos, Bita, Lamín, Fatou y Ousman, casada por dictado familiar, con Abdoulieu Marong. Residen en Mataró, donde Aminata, mandinga, analfabeta pero inteligente, sumisa pero rebelde, nada entre dos aguas, las de las tradiciones ancestrales, fuertemente arraigadas en su interior y las de la nueva cultura que la ha acogido, la que sus hijos han abrazado y con la que debe reprender a respirar. Sus creencias hondamente asentadas, se tambalean cuando la realidad del día a día, le va demostrando que tal vez, todo aquello que le contaron y que ha determinado su vida, no sea del todo cierto. Bita, la hija adolescente, será el detonante de un conflicto que se expande y desarrolla ante nuestros ojos, que no pueden dejar de devorar páginas, acompañando a todos estos seres humanos, tan de carne y hueso que al cerrar el libro siguen a nuestro lado, con sus difíciles vidas, sus íntimos conflictos, con el desgarro del desarraigo y la esperanza de un nuevo mundo que les acoge, pero en el que deben esforzarse por entrar. Bita, muchacha de catorce años, de gran inteligencia y fuerte carácter, vivirá su adolescencia sumando a la dificultad de los nuevos tiempos, el gran peso que lleva sobre sus espaldas. La pequeña Fatou, nos ofrece escenas de ternura y de angustia y Lamín, el “negociante” de la familia, nos guarda sorpresas para un final realista y brillante.
Muy curioso el punto de vista del doctor N’Damb, senegalés afincado en Mataró, pero casado con una mujer “purificada” que vive en Senegal y la reacción de Abdoulieu, marido de Aminata ante los acontecimientos.
  Bellísima historia, asentada sobre una sólida arquitectura invisible. Un conmovedor retrato humano del difícil encaje de culturas, un profundo ejercicio empático, un respetuoso acercamiento a los corazones de estas gentes venidas para quedarse y con las que apenas nos relacionamos, porque nosotros, como ellos, tememos todo aquello que desconocemos. Eso mismo le ocurre a Lola, la “moderna y emancipada” pediatra de la novela, hasta que la vida le plantea un nuevo conflicto, uno que no esperaba y al que debe enfrentarse.  Maite Carranza se ha esforzado, sin aparentarlo, en derrumbar estos muros, entrar en las costumbres, los rituales, las creencias y conflictos de los mandinga y otras étnias senegambianas, sin olvidar las contradicciones y dificultades que nuestro propio mundo nos plantea.
¿Qué tiene de negativo? En cuanto a Maite Carranza, nada, nos regala un libro exquisito,  narrando una historia de apariencia sencilla, profundamente documentado, que destila un intenso humanismo y una mirada crítica y equilibrada. El problema está al otro lado, en la dificultad de vender un libro en el que la ablación es la temática central. Misteriosamente, una novela que debería haber sido publicado en multitud de idiomas, apenas ha logrado salir de nuestras fronteras. Algo falla cuando a una historia como “El fruto del baobad”, se le cierran las puertas y corre el riesgo de ser, muy pronto, descatalogada. 

                                                                                  
                                                                                                                  Cristina Tironi Maté






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