viernes, 8 de mayo de 2015

UN NUEVO FRACASO DE LA HUMANIDAD

¿Es la “Declaración Universal de Derechos Humanos” una utopía?

Y regresaron sus sombras, vacías de alma, temblaron al oler la libertad y se atrevieron a soñar con la vida, pero cómo se sale del infierno sin sentir en carne viva que ya nada será igual. No, nada será igual, las sombras tienen ojos, reflejos vacíos con pupilas impresas con la pérdida infinita, inocencia machacada, corazones rotos. Respiran, movimiento mecánico de sus pulmones. Ven, perdido el brillo de la luminosa infancia. Caminan, sus piernas se mueven, primero una, luego la otra. Sufren, sufren desde cada poro de su piel, desde cada hebra de cabello, desde cada célula de sus maltrechos cuerpos, sufren como no podemos siquiera imaginar, desde las entrañas, con un dolor que lo llena todo, porque han sido liberadas de sus captores, pero no pueden escapar de si mismas. ¿Cómo cerrar los párpados y no ver cuando el horror está dentro? Eran niñas con toda una vida por delante, niñas de piel oscura, niñas de rasgos africanos, niñas, negras y pobres, círculo perfecto que condena al nacer. Pero eran niñas fuertes, tanto que acudían a la escuela, que valoraban lo que en nuestro “primer mundo”, muchos niños ya no saben valorar. Eran niñas con el derecho de escoger su camino, con la cabeza alta, el paso resuelto, la risa en los labios, mentes ávidas por saber. Se acabó la risa, las desenfadadas conversaciones con las amigas, los sueños de futuro, la inocencia, el aire fresco, la calidez del sol, la mirada dulce, la grata caricia, el estudio, los lápices, los dibujos alegres… Sí que eran niñas, lo eran antes de que se les arrebatara la libertad, la dignidad, antes de ser profundamente heridas, humilladas, tratadas como si fuesen lo más despreciable, usadas hasta la extenuación, masacradas, aniquiladas.
Sus sombras surgieron del mar del olvido, miradas perdidas, pozos oscuros, amargos, tristes. Miradas que condenan sin fuerzas siquiera para hacerlo. Condenan nuestro olvido y nosotros nos estremecemos ante la noticia de su rescate, nos encogemos ante la evidencia de que son seres humanos rotos en mil pedazos, sentimos la culpa desde el “primer mundo”, el que les ha dado la espalda por no pertenecer a él. Con ese amargo sabor, pasamos a la siguiente noticia. Quizás sus miradas clavadas en nuestras retinas, permanezcan revoloteando en nuestra conciencia durante horas, tal vez algunos días, luego, la agitación de nuestro tiempo, la superposición de nuevos titulares, la locura de nuestras agendas, irá lentamente dejando atrás la realidad de estas niñas mártires. Lentamente desaparecerán las ayudas, los psicólogos que las han atendido acudirán al lado de nuevos mártires de nuestros tiempos y ellas quedarán infinitamente solas el resto de sus días. Únicamente las más fuertes lograran una cierta apariencia de normalidad, levantarán el mentón para dejar de avergonzarse por las culpas ajenas y volverán a mirarnos desde su sabiduría de viejas precoces, para recordarnos que una vez más, la humanidad ha fracasado.

Cristina Tironi Maté

No hay comentarios:

Publicar un comentario