Cada lector tiene sus
propios rituales, sus gustos, aficiones y un nivel intelectual que determina la
selección de temas y autores. No importa, un libro en nuestras manos siempre es
un gran tesoro, una ventana a un mundo desconocido, a veces previsible, en
ocasiones sorprendente y cuando todos los
elementos se combinan, el libro, ese objeto elaborado con papel, tinta y un
trocito de autor, logra infiltrarse en nuestra piel, atravesando la línea
invisible de la realidad física para entrar en la esfera de los sentimientos,
las sensaciones, la esencia mágica de lo verdaderamente importante. Las palabras
hechas poesía, mensaje y conocimiento, nos tocan de una forma especial y se
asientan en la parte más abstracta del ser humano, ¿alma, corazón, entrañas,
ser? No importa el nombre que queramos darle, es el lugar exacto en el que se
depositan las vivencias realmente importantes, las que nos van modelando como
somos, lentamente, de una forma imperceptible a veces, en un giro brutal cuando
la vivencia lo es.
En estos tiempos de porvenir incierto, (¿hubo algún tiempo en
el que el futuro no lo fuese?), en el que los destinos de las gentes parecen estar guiados por hilos invisibles, el poder marca una línea gris por la que los
pueblos deben caminar. Todo parece conjugado para igualar cuerpos, uniformes y mentes.
Las desigualdades crecen, el machismo persiste y se fortalece, sibilinamente
conducido por mensajes constantes de programaciones televisivas aberrantes. El
racismo, nunca aniquilado, se muestra en forma de inocente plátano y se
contesta con su ingesta, curiosa campaña para serenar nuestra culpa, mientras
miramos hacia otro lado para no tener que pensar en la sangre de inocentes, derramada
sin respuesta, si tras su sangre no existe contrapartida. Son tiempos de
cambios, dicen; quizás salga algo bueno de todo esto, pero de momento, nuestra
escala de valores está del revés. Qué se
puede esperar de una sociedad en la que
la cultura se arrincona, la diferencia se criminaliza y la sabiduría, el
trabajo, la constancia, se minusvaloran hasta reducirlos a la mínima
representación. Hay sin duda
ciudadanos, que fieles a sus principios viven su ideal, sea el que sea, el estudio, la investigación, la creación o
la entrega al prójimo, con generosidad, sensibilidad y empatía. Son seres
anónimos, porque los medios parecen
haberse puesto de acuerdo para esconderlos tras los deslumbrantes modelos de
“fulgurante éxito-fama-dinero”: futbolistas,
pilotos de fórmula 1, actores coronados con la aureola que les confiere el cine
o la televisión, los seudo-periodistas del amarillismo… han subido al pódium de
los vencedores, porque la “fama” les ha envuelto con su fulgurante irrealidad
de purpurinas, papel “couché” y cámaras de agresivos zooms. Modelos de paja
coronados como dioses. La inteligencia y el conocimiento son peligrosos para “el Poder”,
mejor adormecer a la masa, todos uniformados, alineados frente a lo que se
llamó “la caja tonta”, que ya no es única. Las nuevas tecnologías nos han
traído, ¿la libertad? Bien podía haber sido ese el regalo del mundo paralelo
llamado “internet”. Quisimos creerlo, la democracia de la cultura, la
información en manos del pueblo… “Quién tiene la información tiene el poder.”
Lo sabemos, pero no lo practicamos, nos conformamos con titulares, con imágenes
rápidas con las que presumimos de estar informados. Podríamos estarlo, si
supiéramos seleccionar, si tuviésemos el conocimiento o las ganas para hacerlo, pero, previamente modelados y manipulados,
nos acomodamos, dejándonos llevar, porque rebelarse, decidir por nosotros mismos, equivocarse,
buscar, indagar, crear, pensar y volver a errar, requiere un gran esfuerzo, un
esfuerzo titánico que parece que no estamos dispuestos a realizar. Esa es sin
duda la gran diferencia, ahí radica la clave del abismo que nos separa con los
grandes Genios de la humanidad. Entre ellos y nosotros, hay un amplio espacio
más terrenal que bien podríamos habitar, con un poco de decisión y valentía.
La gran suerte de los lectores, es que de vez en cuando, un
tesoro se cruza en nuestro camino y nos regala el bagaje de una vida ajena, en
la que nuestro reflejo se empobrece si entramos en la dura comparación, pero puede
también enriquecerse, si decidimos absorber al máximo la experiencia vivida por
esos seres humanos sorprendentes, que se dejan la piel para demostrar que otra
forma de vida es posible, que las utopías no lo son si por ellas se lucha hasta
la extenuación, que es, no solo viable, también necesario, salirse de la línea
gris, para vivir siendo fieles a nosotros mismos.
Esta primavera, la biografía de un ser excepcional ha venido
a depositarse entre mis manos y he tenido el inmenso placer de pasear durante
horas junto a nuestro gran Genio, Pau
Casals, ese hombre bueno, de voluntad inquebrantable, generosidad sin mácula,
sensibilidad profunda, real, sin sentimentalismos, que vivió y ofreció
generosamente el don con el que nació, un gran sentido musical al que se
entregó con largas horas de estudio y dedicación. El mundo entero se plegó
al fin a su nueva manera de interpretar y dirigir la música, sin teatralidades,
sin histrionismos, viviendo y entregando la música desde lo más profundo de su
ser. El violonchelo acompaña su memoria, pero fue mucho más allá, porque para
los grandes genios no hay imposibles cuando se proponen nuevos retos. Nuestro
Genio amaba Cataluña, era un amor profundo, real y a sus cuarenta años, en la cúspide
del éxito, no se acomoda, emprende una nueva lucha, siente que debe regalar a
su tierra, su gran don y para ello pone todo su empeño. Sordo a las voces contrapuestas, sigue adelante con su
proyecto, superando el escollo de que el Patronato que crea para recaudar
fondos no da muchos frutos, a pesar, incluso, de un quiebro en su salud que lo
deja casi inmovilizado durante dieciocho meses. Nada hace flaquear su voluntad,
mientras supera la enfermedad con su propia fuerza y el empuje de una madre
también excepcional, paga con su propio dinero los sueldos de los músicos y
crea para Barcelona la “Orquesta Pau Casals” ¿Suficiente? No, su tierra tiene
otro gran tesoro por aquellos tiempos, un público especial, que sabe valorar la
buena música, que vibra, siente y hace sentir a los grandes concertistas y
solistas que existe una comunicación real. Esa es una gran riqueza para un
pueblo, él lo sabe, lo aprecia y quiere potenciarlo. Su nueva meta es mucho más
elevada, sorprendente e innovadora, pero una vez más, su decisión es firme y
funda la “Asociación Obrera de Conciertos”. Nadie cree en sus posibilidades, ni
siquiera los propios obreros. La democratización de la cultura, los socios tan
solo deben pagar una cuota de seis pesetas al año, a cambio de doce conciertos
del más alto nivel. Será el público más humilde, respetuoso y agradecido
durante diez años. Tan sólo la guerra, nuestra guerra y sus terribles
consecuencias, podrá poner fin a su gran logro. Nuestro gran Genio no entró en
política, pero sí en una dolorosa lucha por la “humanidad”, fue la voz de los
derrotados, les dio su tiempo, su dinero y el que le fue donado para tal fin. Profundamente
coherente con sus principios, cada uno de sus movimientos irán siempre en la
misma dirección, aun con todos los elementos en contra, a pesar de las
dificultades, a pesar de su soledad, que durante mucho tiempo fue dolorosa. Tal vez ese sea al sino de los grandes
Genios de la humanidad, la lucha solitaria a la que el resto de los mortales nos
rendimos. No tuvo una vida regalada, no se aprovechó de sus éxitos para
acomodarse, no dejó que las fuerzas flaquearan y fue fiel al don que le fue regalado al nacer.
Para quien desee acercarse a él, me permito recomendar la
biografía de Joan Alavedra, amigo y compañero en el exilio. (Ed.Aedos – Bcn)
No quiero concluir mi
artículo sin rendir un humilde homenaje a dos magníficas figuras de las letras.
José Luís Sampedro, escritor, humanista y economista de
convicciones profundamente éticas. Como bien dijo, “el hombre no sólo tiene derecho a
vivir, tiene también la obligación de hacerlo”.
Ana María Matute, que con su delicada y prodigiosa
imaginación, ha extendido las alas y nos ha dejado huérfanos de hadas y
duendes. Siempre nos quedará el refugio de su magnífica obra, única, poética,
dura, sensible y personalísima, como ella misma. ¿Quién retratará ahora la
frágil alma infantil? “La infancia no es una etapa de la vida:
es un mundo completo, autónomo, poético y también cruel, pero sin
babosidades”
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William Shakespeare (1564-1616)
Ø "Antes que nada ser verídico para contigo mismo. Y así, tan cierto
como que la noche sigue al día, hallarás que no puedes mentir a nadie."
(Hamlet)
Pau
Casals (1876-1974)
Ø “En primer lugar soy un hombre, después un
artista. Como hombre, mi primera obligación es luchar por el bienestar de la
humanidad. Intentaré cumplir esta obligación mediante la música –este don que
Dios me ha otorgado–, porque ultrapasa toda frontera lingüística, política y
nacional. Mi contribución a la paz del mundo puede ser exigua, pero habré dado
todo lo que puedo para conseguir un ideal que considero sagrado”.
Miguel Delibes (1920-2010)
Ø “Un pueblo sin literatura es un pueblo mudo.”
José Luis Sampedro
(1917-2013)
Ø “La muerte me lleva de la mano, pero se está portando bien porque me está
dejando pensar.”
Ana
Maria Matute (1926)
Ø “Se están
cometiendo muchos errores con los niños, se les está quitando la capacidad de
imaginar, se les está quitando la isla desde muy niños, lanzándoles al mar.
Cada vez dura menos la infancia, pero tampoco se logra a cambio una madurez.
Son niños expulsados muchos de ellos, lo que yo llamo adolescentes con cara de
náufragos. Hay mucho niño náufrago, adolescentes que a lo mejor ya tienen 40
años, pero no han sabido madurar. Se está educando muy mal.”
Ø
“Ahora lo que pienso es que los
mayores quieren convertir el mundo en una farsa, y lo consiguen bastante. En
este mundo siempre hay uno que avasalla a otro.
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Artículo publicado en El Llibre de la Festa Major de Gelida. Verano del 2014
AUTORA: CRISTINA TIRONI MATÉ